lunes, 13 de diciembre de 2010

ESTADO DE DERECHO O EL DERECHO DEL ESTADO

Ante todo quiero dejar clara una cuestión: no soy jurista, ni licenciado en Derecho.

Dicho esto y en referencia al título elegido para el comentario de hoy, llevo tiempo que cada vez que oigo a algún representante del gobierno, que se le llena la boca hablando del Estado de Derecho, me pongo a temblar. No tanto por la tendencia que nuestros gobernantes tienen a justificar sus acciones dentro de los marcos legales, sino por la perversión con que lo hacen.

Es cierto que la mayor parte de los Estados modernos, se han dotado desde mediados del siglo XVIII de un cuerpo jurídico al cual debe someterse no solo la acción de los ciudadanos, sino las relaciones entre éstos y los poderes que emanan del Estado. Tal es así que a lo largo de dicho siglo surgen en Occidente Conjuntos de normas (Constituciones) sobre las cuales se desarrolla la vida del Estado. Y estas normas obligan a todos. Nadie está por encima de la ley, ni al margen de ésta.

Si embargo estas premisas, con el paso del tiempo pueden llegar a pervertirse. En qué momento esto puede acontecer, dependerá del grado de salud de la Sociedad en cuestión. Está claro que hace ya mucho tiempo que la Sociedad española está enferma: su principal dolencia como ya indicaba Unamuno es ella misma ("Me duele España"). En qué consiste esta enfermedad, cuáles son sus síntomas es algo que a lo largo de los dos últimos siglos han venido destacando los pocos que en nuestro Suelo Patrio han sabido verlos (sin entrar en una relación exhaustiva, ni tan siquiera ideológica y citando sólo los más recientes, me vienen a la mente el ya citado D. Miguel, Larra, Ortega, Machado, etc.). Qué tienen en común todos ellos, e insito que no es una relación sino meros ejemplos que me vienen a la mente, cuál es el común denominador, España. Pero qué es España, qué imágen nos viene a la mente cuando evocamos el nombre del conjunto de pueblos que ésta contiene, ¿el actual estado de las autonomías? ¿el recuerdo del imperio que nunca fue? ¿el interminable deambular por la historia buscando un hueco entre los pueblos donde hacer nido?

Si me paro a pensar no ya en los últimos siglos, sino en lo acontecido en estas tierras desde la Hispania visigoda hasta hoy, veo una sucesión de pueblos y razas, de gentes que pasan, quedan o se van, cuyo poso, decantado por los siglos da lugar a lo que hoy llamamos España. Y salvo excepciones éso sí excelentes, tan sólo queda un pueblo. Un pueblo grande, pero sólo éso, un pueblo. No hay grandeza ni amplitud de miras, no hay proyecto, ni entusiasmo, sólo pueblo, vida pueblerina sin más, un gigantesco pueblo que se levanta y se acuesta cada día, mirando al cielo, esperando el cambio de las estaciones y esperando ver en ese cielo las señales que marquen el momento del continuo y monótono cambio, de la anodina vida de pueblo ...

Cuando veo esto, entiendo qué es lo que hoy pasa en España, no vivimos en un Estado de Derecho, entendiendo éste como un Estado moderno, al estilo de los paises de nuestro entorno, Francia, Alemania, Italia... vivimos en un gran pueblo, con mentalidad de pueblo, con gobernantes que a lo más llegan a caciques o señoritos, con "presidentes" que ejercen de "alcaldes chusqueros", cuyo único interés es su propia supervivencia, al amparo de la fuerza y del "señor de las tierras". Es por tanto el Derecho del que tiene la fuerza, o el poder de ejercerla, el que impera y ha imperado siempre en España.
Cómo hemos llegado a esto; no quiero aquí extenderme sobre las causas que a lo largo de siglos han ido formando esta mentalidad pueblerina, esta estrechez de miras que nos lleva a mirar el suelo que nos rodea sin ver, sin entender lo que hay más allá. Si bien es cierto que el extraordinario desarrollo de los medios de información iniciada a mediados del s. XX, ha traido una mayor fluidez y diversidad de puntos de vista, no es menos cierto que el sentir de la sociedad española sigue siendo de pueblo, la opinión mayoritaria la tendencia al juicio fácil al "linchamiento público", recuerda más a la vida de pueblo, que al Estdado de Derecho, cuyas normas e Insituciones están por encima de los avatares cotidianos, y son, o al menos deberían ser salvaguarda de los ciudadanos, y no instrumentos de represión, o manipulación, como ¡oh sorpresa! aún hoy acontece.

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