martes, 20 de septiembre de 2011

Aquellos polvos trajeron estos lodos

Aquellos polvos:
Llevamos unos años hablando y gastando dinero público en lo que algunos han dado en llamar con poco acierto “Memoria Histórica”, para referirnos al periodo entre el Alzamiento del 18 de julio del 36 y el 20 de noviembre del 75. Un periodo muy largo y un nombre muy pretencioso, sobre todo cuando la realidad es que esto se traduce en subvencionar a determinados grupos, personas, asociaciones, etc. para realizar “búsquedas” de fosas comunes, y otras cosas por el estilo (quitar monumentos, segundas vueltas para eliminar algún que otro nombre de calle, no cambiado previamente en los ochenta, etc.). Curiosa sociedad que considera “memoria” borrar parte de un pasado, por muy doloroso que para todos pueda ser.
Digo todos, y digo bien porque si algo tiene una guerra como la vivida en España entre el 36 y el 39, es gente muerta. Todos tenemos un abuelo muerto en la guerra, o preso o forzado a tomar partido por uno de los dos bandos en la misma. Una guerra civil no admite neutrales, ni deslealtades, una guerra civil no se supera con la rendición final ni con frases grandilocuentes al estilo “cautivo y desarmado el ejercito rojo…” una guerra civil tarda en cerrar sus heridas dos o tres generaciones como poco, y estas heridas, como en mi caso, sólo se cierran si en los corazones de los supervivientes, sus hijos y sus nietos se inculca el valor fundamental de la reconciliación, las guerras sólo se acaban cuando nuestros corazones perdonan y olvidan. Perdón y olvido, en sentido radical, sin rencores y sin revanchas, mirando hacia el futuro, pensando el “por venir” que dejaremos a nuestros hijos, enseñando a superar el dolor del pasado. Las guerras, como las heridas, dejan cicatrices, si hurgamos en ellas nunca curarán y acabarán supurando. En la sociedad española cuando la herida parecía ya cicatrizada, algunos se han dedicado a hurgar en ella, sólo espero que estemos aún a tiempo de evitar que se gangrene de forma irremediable.
Hay otra memoria también “histórica” pero más cercana, me refiero a los gobiernos socialistas entre 1982 y 1996. Durante estos catorce años se van a producir acontecimientos importantes para la historia reciente de España (sobre todo de proyección internacional como los acontecidos en 1992). Tras una primera crisis económica, iniciada con el alza del precio del petróleo en 1973, que pudo empezar a contenerse tras estabilidad que trajo en 1977 la firma de los Pactos de la Moncloa, y la moderación salarial, así como las medidas para controlar la inflación llevadas a cabo por el primer gobierno de González, se produce en 1986 la entrada de España en la Comunidad Económica Europea. Esta entrada, supuso un importante cambio en las relaciones comerciales de España, así como en su estructura económica, se produce un crecimiento y modernización en el sector empresarial, se consolida España como destino turístico dentro del ámbito de la C.E.E. siendo éste, hasta hoy uno de los sectores más dinámicos de la economía nacional. Sin embargo es en esta etapa, sobre todo a partir del año 86 en la que surgen importantes sombras que van a marcar la nueva mentalidad de la sociedad española.
Una de las consecuencias fundamentales de nuestra entrada en la C.E.E., es la percepción de fondos y ayudas al desarrollo (Fondos FEDER, Fondos de Cohesión, F. Social europeo, etc.), la filosofía de estas aportaciones creadas en el seno de la Unión es corregir los desequilibrios regionales entre sus socios. El destino de los mismos se dirige al desarrollo de infraestructuras, y compensaciones entre los diferentes sectores productivos del país. Esta entrada de capitales vía subvenciones ha ido creando en el empresariado español una tendencia hacia la dependencia de las mismas de tal manera que la gestión interna de las sociedades se ha dirigido más hacia el control de ésta, que hacia la productividad real de la empresa. Por parte de las Administraciones Públicas, en sus diferentes ámbitos se ha ido repitiendo el mismo esquema hasta el punto de no gestionar adecuadamente los recursos ordinarios, ya que las diferentes partidas presupuestarias provenientes de la Unión bien por vía directa, bien a través de la Administración Central siempre terminarían equilibrando un presupuesto deficitario.
Llegamos a estos lodos:
Hoy España, dentro de la U.E. y medida por parámetros objetivos, no se encuentra entre las regiones o países más pobres de la misma. Las ampliaciones de 2004 y 2007 hasta los 27 países miembros actuales, ha traído como consecuencia que sin variar sustancialmente nuestra estructura económica, el nivel de España respecto a los nuevos países nos ha situado fuera de las listas de países receptores de gran parte de dichos fondos. Y esto justo en puertas de la crisis. Hoy nos vemos sin gran parte de las subvenciones de capital, fondos estructurales, ayudas al desarrollo, etc. con lo que una parte importante de empresas y administraciones han visto cercenadas no ya sus fuentes de ingresos, sino las partidas presupuestarias de las que tirar para equilibrar malas prácticas empresariales o administrativas.
Ahora toca trabajar de verdad, y cuanto antes comencemos, cuanto antes nos mentalicemos de que la gestión empresarial y pública debe ser no solo transparente, sino también excelente, antes podremos sentar las bases para poder salir de esta larga y dolorosa crisis.

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