martes, 25 de octubre de 2011

DE LA PRIMAVERA ÁRABE AL OTOÑO DE OCCIDENTE.

A lo largo de este año se vienen produciendo una serie de fenómenos sociopolíticos en el mundo árabe, cuyos resultados empiezan a tomar forma.
Ya en agosto, en este mismo “blog” (17/08/2011), apuntaba este fenómeno nuevo para el Islam, así como las relaciones y consecuencias que podría tener, tanto dentro del mundo árabe, como en las relaciones socio-culturales con Occidente.
Ahora con el paso del tiempo, algunos de estos procesos están empezando a dar sus frutos, aunque el resultado aún es incierto y desigual. Mientras Túnez celebra sus primeras elecciones libres en cuarenta años, con un previsible triunfo del islamismo moderado, Egipto, gobernado por una Junta militar “provisional”, juzga a su anterior presidente, y Libia da por concluida la “guerra de liberación” con la ejecución pública de Gadafi y otros miembros de su familia, encaminándose ahora hacia un nada claro futuro, que en líneas generales de cara al interior estará marcado por la ley islámica, y de cara al exterior está aún por ver cómo respetará los compromisos internacionales y el pago de las deudas contraídas a raíz de la guerra.
Aún quedan países como Siria y Yemen, donde el resultado de las revueltas populares está siendo sometido con inusitada fuerza por unos gobiernos que ante los acontecimientos, entienden que el único camino es mantener el actual sistema, ya que la alternativa pasa por su propia desaparición.
Si bien en un primer momento Occidente vio con buenos ojos todos estos procesos, que en apariencia asumían como propios estos valores: desarrollo de los derechos y libertades individuales, sistemas de gobierno libres y democráticos y en definitiva una apertura en línea con nuestra cultura, según se van asentando los procesos, se aprecia una constante en los mismos: El cambio socio-político, no está suponiendo una transformación de la sociedad en la línea del respeto a los “Derechos Humanos”, a la libertad del individuo y el desarrollo de su autonomía. Esta constante, presente en todo el mundo árabe y radicalizada en el último tercio del pasado siglo XX, este “islamismo radical”, esta forma de entender al individuo y a la sociedad islámica desde el punto de vista y a través del único tamiz que representa el Corán, no sólo como experiencia de fe (como es la Biblia para el Judaísmo y el Cristianismo), sino como forma de vida y norma suprema interpretativa no sólo del ámbito religioso, sino también político social y cultural, es el que en definitiva unifica y da cuerpo a los movimientos de liberación de los países árabes.
Cómo encajen las diferentes fuerzas sociales el ansia de libertad y la liberación de los regímenes dictatoriales que han venido gobernando en los países árabes y la “Sharía al Islamiya”, será determinante para el futuro desarrollo no sólo de los países que están viviendo esta “primavera”, sino también para las futuras relaciones socio-económicas con Occidente, y el resto de del Islam.
En este escenario, Occidente se enfrenta a uno de sus momentos decisivos. La actual crisis económica, ya comentada ampliamente a lo largo de este “blog”, no puede encuadrarse dentro de las crisis cíclicas del sistema capitalista o neoliberal (según la corriente que queramos seguir), su origen (financiero–especulativo), desarrollo (comunidad financiera internacional) y consecuencias (aún imprevisibles) está derivando en una grave crisis de valores en todos los sentidos. Occidente está agotado: El modelo socioeconómico se desintegra, y cada solución tomada, supone tan sólo un parche. Los triunfos y acuerdos de hoy tan sólo dan alas a unos mercados fuertemente especulativos, incontrolados e insaciables para los que las expectativas, tanto de soluciones como de fracasos, son sólo fuente de beneficios o pérdidas en el corto plazo. La economía ha dejado de tener valor en sí misma como ordenamiento de la actividad humana hacia el intercambio de bienes y servicios buscando el bien común y el desarrollo positivo de la sociedad.
El individuo “despersonalizado”, es incapaz de afrontar el reto del cambio de modelo. Las diferentes corrientes que triunfan y se desarrollan gracias a la proliferación de redes sociales, adolecen de “espíritu crítico”, perpetuando modelos y alternativas irreales o irrealizables (desde movimientos anti-sistema de muy diferente signo, hasta el “15-M”), pero atrayentes para la gran masa.
Occidente no tiene nuevas ideas, ni en el ámbito económico, ni el socio-cultural y político. El excesivo racionalismo, llevado hasta sus últimas consecuencias, a lo largo de los dos últimos siglos, ha vaciado al hombre de contenido, sometido como nunca a sus pasiones, sin freno, ha buscado en la razón su fuente, su ser, su inspiración, pero la ausencia de auténticos valores, que den respuesta a sus más profundas inquietudes, han traído un hombre superficial incapaz de reaccionar ante el reto que supone el final de un sistema.
Mientras el mundo árabe vive su “primavera” de las libertades, Occidente inicia el “otoño” de su civilización.

No hay comentarios:

Publicar un comentario